sábado, 30 de enero de 2010

Metropol Parasol o tirar con pólvora ajena...

El jueves, el muy eximio Concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, daba una rueda de prensa. En ella informaba a la ciudadanía, sin cortarse un pelo, de una nueva inyección de dinero público; una nadería de 18 millones de euros más; a la empresa Sacyr para que intente terminar uno de los proyectos estrella de remodelación del centro de Sevilla (de nombre muy rimbombante); Metropol Parasol... Más conocido en Sevilla como "Las Setas de la Encarnación".

Foto del proyecto de Jürgen Mayer. Obsérvese el tono sepia de la foto, ideal para "vender la lavadora" en una ciudad donde apasionan las fotos antiguas.

El proyecto empezó a gestarse en 2004, cuando el arquitecto berlinés Jürgen Mayer ganó el Concurso Internacional de ideas para la remodelación de la Plaza de la Encarnación. Un espacio abandonado durante más de 31 años en el mismísimo Centro Histórico de Sevilla. En esa plaza había existido un mercado del mismo nombre, que se trasladó a una especie de chiringuito prefabricado en un lateral de la misma, mientras se acometía la edificación del nuevo mercado. El chiringuito tiene un azulejo en la entrada que aún reza; "Mercado de la Encarnación", "Instalación provisional, 1973".

El arquitecto berlinés propuso seis parasoles de hormigón y madera, de 30 metros de altura, que generan una plaza en sombra bajo ellos, un edificio con el mercado, un museo para los restos romanos y almohades hallados allí y una pasarela mirador a 22 metros de altura con un restaurante. El proyecto, que no cabe duda de que resulta sorprendente e interesante como concepto, ha sido siempre más que discutido en Sevilla por su escasa integración en el entorno.

Los eminentes munícipes lo vieron, alucinaron en colores e hicieron palmas con las orejas... Inventaron, además, la fórmula chollo para que una obra presupuestada en proyecto en 50 millones de euros no costase ni un euro a las exiguas arcas públicas. Se la adjudicaron a Sacyr, a cambio de la concesión administrativa para la explotación de lo construido.

Nada más iniciarse las obras en 2006, la pobrecita empresa solicita una inyección de 25 millones de euros para que los futuros beneficios le cuadren en un 8%. Dos años después, los nuevos recálculos, modificaciones y reformados del proyecto original obligan a una nueva aportación de 7 millones de euros... Y ahora, los otros 18 millones. O yo me he vuelto idiota y se me ha olvidado sumar, o el presupuesto inicial, de una obra que se iba a inaugurar en 2007, se ha duplicado y a los sevillanos nos ha costado 50 millones de euros. Por cierto, sin fijar plazo ni seguridad de terminación.

Foto de Juan Carlos Vázquez en el Diario de Sevilla del estado de unas obras que se iban a finalizar en 2007, en enero de 2010.

¡No pasa nada! ¡No cunda el pánico! El ilustre concejal, dispuesto a instruir al resto de los simples mortales, nos larga... “Es un proyecto constructivo imposible cuya ejecución ha sido incierta desde que comenzó y que se adjudicó sin que existiera la tecnología necesaria para poder ejecutarlo”. Insisto. O yo me he vuelto imbécil, o eso es reconocer en público la ineptitud e irresponsabilidad de los gestores de esta ciudad, que llevan gastados 50 millones de euros en algo que ni siquiera sabían; ni saben; si se puede hacer.

¡Qué fácil es tirar con pólvora ajena, con el dinero de todos, para ponerse medallas! ¡Qué fácil es tener ensoñaciones megalómanas cuando no las paga uno de su bolsillo! ¡Que viva la ética política!

jueves, 28 de enero de 2010

De aquellos polvos, y paños verdes...

Recuerdo, como si fuese hoy, cada detalle del episodio que voy a relatar, absolutamente verídico...

Corría el verano de 1995. Me había casado con la dueña de mi vida hacía unos meses y pasábamos unos días de descanso, junto con mis suegros, en una casita que tienen en la sierra. Una casita de pueblo minero, muy humilde pero muy coqueta que, junto con las que tiene pegadas a derecha e izquierda, forman una hilera que da fachada hacia una hermosa colina cercana.

Los propietarios de las casas colindantes eran todos familia de mi señora y resultaban muy comunes las partidas de cartas en la puerta al atardecer, cuando se levantaba un poco de aire, al ponerse el ardiente sol.

Esa tarde jugaban al chinchón mi suegro, su compadre y sus respectivas señoras. Mi dueña y señora contemplaba el paisaje del ocaso. Yo, ajeno a la partida, leía. No me entusiasman los naipes.

Merece la pena pararse un momento a describir al compadre de mi suegro, desgraciadamente ya fallecido. Grande de complexión, de manos fuertes y generosas, de cara ancha y sonrisa sincera. Buena persona hasta decir basta. Hombre recto de viejas ideas y viejas costumbres que me adjudicó, en cuanto me conoció, una ideología de derechas porque me veía "una persona de orden".

Correteaban sin parar, alrededor de la mesa de juego, dos de los nietos del compadre, hermanos entre sí, que por entonces rondarían los cinco y tres años respectivamente. Su madre trajinaba mientras en el interior de la casa preparando la cena de los chiquillos. El mayor no es que fuese un demonio... ¡Era el demonio!

Parando de repente su carrera, el endemoniado espera a que su hermano pequeño llegue a su altura y le larga un tortazo que, entre la fuerza del mismo y la inercia propia del chiquillo, le hace caer como un fardo, de espaldas al suelo, con un estrépito descomunal.

El compadre alborotado se levanta y grita; "¡Hija, por Dios, este niño!"; mientras intenta consolar a su otro nieto, al que ya se le empieza a hinchar la cara, levantándolo del suelo y tomándolo en sus brazos. La madre sale solícita y dice al endemoniado; "Te he dicho mil veces que no me gusta que pegues a tu hermano". De la misma, retorna al interior de la casa para volver de inmediato con un juego de paños de colores. Mientras el pequeño sigue llorando, la madre muestra al endemoniado el paño de color verde y lo conmina a que se quede sentado un buen rato en un poyete mirando el paño mientras se concentra y piensa en que no debe pegar más a su hermano. Ante mi cara de estupor, la madre se siente obligada a aclarame; "Técnicas de relajación infantil muy efectivas". Y tomando al aún lloroso pequeño vuelve a desaparecer en el interior de la casa.

Dos minutos después, el endemoniado se cansa de mirar el paño verde, se levanta, y al grito de "¡Abuelo cabrón!" le sacude un puntapié al compadre en toda la espinilla que el hombre se dobla de dolor y vuelve a gritar; "¡Hija, por Dios, este niño!"; mientras se contiene para no arrancar la cabeza de un tortazo a su nieto. La madre del endemoniado acude otra vez rauda y, poniéndole el paño verde delante de los ojos a modo de muleta, se lo lleva hacia el interior mientras como un mantra le repite; "Ya te ha dicho mamá mil veces que no le gusta que llames cabrón al abuelo ni que le pegues"; mientras el compadre, con rictus indignado, ojos fuera de las órbitas y rojo de ira, lucha por contenerse para no arrancar la cabeza de un tortazo, en este caso a su hija, psico-pedagoga en ejercicio.

Para mí que de aquellos polvos, y de tantos paños verdes, han venido los lodos de la pésima educación reinante.

P.S. No se ofendan los psico-pedagogos. Me mofo del mal uso de esa disciplina, no de ella en sí.

lunes, 25 de enero de 2010

The reader...

Todavía tenía en la retina la huella rojiza del filamento de la lamparita de la mesilla de noche que había apagado hacía un segundo. En el negro techo se dibujaban, sobre el filamento rojo, las imágenes de los piratas que un instante antes disputaban una feroz batalla, con Sandokán a la cabeza, desde las páginas de un libro de lomo verde escrito por un tal Emilio Salgari. Los alfanjes y cimitarras habían cortado el aire amenazantes. Le bullía la sangre en las sienes recordando la emoción de cada lance. Soñaría toda la noche con ese mundo lejano de aventuras increíbles, piratas, tigres y doncellas por salvar... ¡Qué bonito era leer!


Y pensó en las páginas que le quedaban al libro para revelar su final... Pensó también en los libros que, aún ignotos, descansaban en los estantes repartidos por la casa... En las enciclopedias que tanto le gustaba consultar abriéndolas por una página al azar. En los libros que su padre le había dicho que aún no podría entender... Pensaba en los miles de tomos que había visto en la biblioteca del colegio, a la que siempre acudía tras el comedor escolar... Un cosquilleo en la boca del estómago empezaba a incomodarlo. Se sentía nervioso.

Vino a su mente el tamaño del edificio de la biblioteca pública, que su madre le había mostrado en un paseo por la proximidades de la Gran Vía. En los hermosos libros que contendría... Ya se sentía muy nervioso, y empezaba a hundirse en la tristeza.

Se le escapó un sonoro sollozo y una lágrima inició el lento descenso por su mejilla.

La luz del pasillo se encendió y se oyeron los nerviosos pasos de su madre.

- ¿Qué te pasa cariño? ¿Te duele algo?
- No mamá... ¡Estoy muy triste!
- Pero, ¿por qué, mi cielo?
- ¿Sabes mamá? Me he dado cuenta de que por muchos años que viva no podré leer todos los libros del mundo...

P.S. Imagen obtenida de la red de una antigua portada de una novela de Salgari.

sábado, 23 de enero de 2010

Contigo...

La lluvia lamiendo el cristal.
El sueño sellando mis párpados.
Tu piel en mi piel...

¡El cielo puede esperar!


P.S. Noche de luna en Orozko, Vizcaya (foto propia)

viernes, 22 de enero de 2010

De los docentes...

Hace algo más de dos años celebrábamos las bodas de plata de mi promoción en el Colegio Nuestra Señora de Begoña de Bilbao, regentado por los jesuítas, para más señas. Muchas caras irreconocibles entre los antiguos compañeros. Muchas calvas brillantes y muchas canas. Larguísimas conversaciones con unos y con otros para intentar ponerme mínimamente al día tras cinco lustros de no haber coincidido con la mayoría de ellos (estudié en Pamplona y cuatro años después me vine a Sevilla).


El que parecía haber estado todo ese tiempo metido en formol era Miguel, mi queridísimo profesor de Matemáticas de 3º de BUP, que había acogido con entusiasmo la invitación a acompañarnos en esa señalada jornada. Seguía igual que siempre; delgado, de escasa estatura, con el aire de bohemio del romanticismo que le daban la perilla perpetua, las gafas caídas y su flequillo fino.

De camino entre la iglesia del colegio (donde habíamos celebrado la eucaristía del reencuentro, y del recuerdo a los que ya no estaban) y el hotel en el que estaba fijado el jolgorio, íbamos él y yo en animada charla. Me comentaba lo tranquilo que estaba después de dos meses de jubilación... A mí que no me cuadraban las fechas me extrañó y él, viendo mi expresión, me aclaró que había pedido la prejubilación con tres años de anticipación a pesar de perder parte de la pensión. No podía creerme que un hombre con la dedicación que yo recordaba a la enseñanza, que tenía una relación de profunda complicidad con sus alumnos, que lo queríamos y lo respetábamos con locura, hubiese optado por acabar su vida docente antes de tiempo. Y me contó una historia...

"Cuando hace veinticinco años os daba clase y era vuestro tutor, recibía a vuestros padres. Si le tenía que decir a alguno que su hijo no estudiaba o que se comportaba como un vago o un sinvergüenza, tenía que salir corriendo a parar al padre para que no se liase a tortas con el hijo. El curso pasado, después de citarlo mil veces, recibí a un padre al que tuve que decir que su hijo no estudiaba y que, además, se comportaba como un vago y un sinvergüenza... Y tuve que salir corriendo para que el padre no se liase a tortas conmigo. Decidí entonces dejarlo."

¡Gracias a los políticos iluminados que han dado forma a nuestro actual sistema educativo! ¡Gracias a las familias que han delegado en los enseñantes hasta la labor de educar a sus hijos en la mínima decencia! ¡Gracias al pensamiento imperante de que el esfuerzo ya no es sino el camino de los imbéciles que no han conseguido pegar un pelotazo! ¡Gracias a la "sociedad del conocimiento" que ha favorecido que una diplomada universitaria conteste sin rubor; "no estoy segura de quién descubrió América allá por el siglo XVIII o XIX, no me acuerdo concretamente", en un concurso televisado!

¡Gracias, gracias, un millón de gracias por convertir la preciosa profesión de educador en un camino pedregoso lleno de baches y zancadillas! ¡No vayamos a abusar los profesores de nuestro "magno" poder!

¡Y aún así, los hay que seguimos entrando emocianados cada mañana en las aulas a compartir la mitad de nuestra vida y mucho más de nosotros mismos con nuestros alumnos! ¿Somos soñadores, masoquistas, o simplemente gilipollas?

P.S. Fotografía de las bodas de plata de la 54 promoción en un patio del colegio.

miércoles, 20 de enero de 2010

De la mentira y la Universidad de Sevilla...

No llegaba a los seis años. Vivía fascinado por los calendarios de taco, por las citas y textos que traían (y siguen trayendo) en la trasera de cada día. Experimentaba en ellos el disfrute de juntar letras para formar palabras, y juntando palabras entender qué me querían decir esos signos sobre el papel. Era el juego de la lectura tal como me lo enseñó mi hermana Rosa (fantástica profesora desde hace años).

Di la vuelta a una de esas hojitas y juntando letras leí... "La mentira es el refugio de los niños, de los tontos y de los malvados". Casi sorprendido me fui en busca de mi abuelo, imaginando con el candor que llena la mente de los niños que lo habría escrito él, que siempre decía... "Se puede perdonar todo, menos la mentira".

Gracias mil a mi hermanita por enseñarme a leer en esas infantiles "prácticas" de su tempranísima vocación. Me permitió descubrir la hojita de calendario que guardé, hasta que el tiempo la descompuso, en un rincón de mi mesilla. Gracias mil a mi abuelo por transmitirme sus valores, sólidos como el acero que se fraguaba en los Altos Hornos de Vizcaya donde él sudaba los jornales.

Cuarenta años después ya leo "de corrido" y ahora, el engaño, la trampa y la mentira en algo tan importante como los estudios en la Universidad de Sevilla no podrán ser inmediatamente sancionados, ni aunque se tenga constancia material. El caso deberá ser estudiado por una "comisión" que determinará si, a pesar de todo, el mentiroso malvado (no lo será por niño porque ya tendrá una edad, ni por tonto pues estará en la universidad) puede aprobar.

Para algunos habré sido un gilipollas, pero no he copiado en un examen en toda mi vida. Me hubiese muerto de la vergüenza de pagar con esa moneda a personas a las que tanto respeté siempre, como fueron mis profesores. Hoy siento una mezcla entre indignación y pesar. En la universidad, en el templo de la cultura, de la ciencia y, por tanto, de la verdad... ¡Ya vale todo!

No sé qué valores se quieren transmitir desde la magna institución educativa hispalense a los estudiantes y a la ciudad que la contempla como faro del saber, pero me parecen oscuros, sucios y viscosos como la mierda.

domingo, 17 de enero de 2010

Fomento de la lectura...

Desconozco quién será el autor de la imagen ni en qué ciudad habrá sido captada. Me la ha enviado mi cuñada por correo electrónico esta mañana y se merece una entrada con todos los honores.

Y luego las autoridades educativas rompiéndose la cabeza con programas de fomento de la lectura... Lo que deberían hacer es tomar nota. ¡Esto sí que es fomentar la lectura y lo demás es cuento!



viernes, 15 de enero de 2010

Me he vuelto poeta...

¡La conmoción y el espasmo emergen de lo hondo de mi ser dormido!
Revuelven la masa de mis entrañas y aprisionan mi pecho herido.
Se me tambalea la cabeza como a un títere; es inminente su estallido.

¿Mal de amores? ¿Angustia vital? ¿Estrés?... ¡Qué va! Simplemente tos, que me ha tenido sin dormir toda la noche y me tiene tan hecho polvo que me duele hasta el pelo. ¡Jodido catarro!

miércoles, 13 de enero de 2010

Ministra de la SGAE... Y de Justicia

¡Albricias! ¡Que el júbilo recorra cada rincón de este país! ¡Que no haya ciudadano que no sienta en lo más profundo de su corazón el sincero regocijo ante los logros de esta grande entre las grandes! ¡Que no duden las almas agradecidas y proclamen en plazas, calles, valles y montañas su nombre!

¡Ángeles, Ángeles, Ángeles... !


¡Ángeles González Sinde! ¡Mujer consagrada a regir y gobernar, con prudencia y sabiduría, el Ministerio de la SGAE! ¡Ejemplo, para todo español de a pie, de dedicación a la misión encomendada! ¡Visionaria y preclara política dispuesta a sacrificar todo su ser en beneficio de la economía y la justicia patrias!

¡Legisladora infatigable que en la disposición final primera de la Ley de Economía Sostenible ha marcado la senda a seguir al Ministerio de Justicia! ¡Aprenda usted señor Caamaño de su colega!

¡Albricias de nuevo, ciudadanos! Porque si "en el plazo improrrogable de cuatro días" un juez deberá resolver sobre el cierre de una web que ofrezca sin permiso contenidos protegidos por derechos de autor... ¡Las estafas menores se resolverán en tres días y las millonarias tan solo en dos! ¡Todo tipo de escándalo urbanístico en día y medio! ¡Los robos en un máximo de un día! ¡Los casos de corrupción en apenas ocho horas! ¡Las violaciones, secuestros y asesinatos en minutos! ¡Viva la justicia rápida y equitativa!

¡Ángeles, Ángeles, Ángeles... !

P.S. Imagen de noticiasdenavarra.com puesta aquí sin permiso expreso.
P.P.S. ¡Tenéis cuatro días para leer la entrada antes de que me cierren el blog!

domingo, 10 de enero de 2010

De bares y sénecas...

El diccionario de la RAE define "séneca" como "hombre de mucha sabiduría".

Como en otras muchas ocasiones, la institución que "limpia, fija y da esplendor" (a mí siempre me ha parecido el lema de un detergente), se queda muy corta.

Hace ya mucho tiempo que mi dueña y señora decidió que los domingos no se comía en casa y, desde entonces solemos frecuentar un bar conocido, cercano y casero para tomar unas tapitas mientras disfrutamos de la lectura de la abundante masa escrita del periódico dominical. Hoy nos sacaba constantemente de nuestra concentración lectora la elvada voz de un docto parroquiano que, en apenas hora y media, ha tocado en su discurso; los problemas de las herencias (con explicación precisa de la parte de la legítima de los hijos y recomendaciones al resto de la concurrencia sobre testamentaría); las prestaciones por desempleo (con retahíla de derechos de los parados, tipos de prestaciones, plazos de solicitud y análisis práctico de un par de casos presentes en el la barra del bar, a los que no ha preguntado si les importaba ser conejillos de indias para el experimento público); las jubilaciones (con despliegue de cuantías y porcentajes de pérdida de la pensión por jubilación anticipada, relación de máximos y mínimos, situaciones en caso de viudedad); la contribución urbana (con listado exhaustivo de analogías y diferencias con la contribución rústica en ámbitos rurales, criterios de valoración catastral, obligación del pago del impuesto y ejemplo de determinación grosso modo de la cuota para el local que nos acogía)...

Y es que no hay bar que se precie que no tenga su séneca particular. Inabarcable pozo de saber humano que como decía la abuela de mi señora es "el maestro Liendres, que de todo sabe y de nada entiende". Normalmente, con un vozarrón que le permite superar el volumen del murmullo del establecimiento y hacer partícipe de su sabiduría a quien quiera y a quien no. Que acompaña sus disquisiciones con una abrumadora cantidad de datos y aspavientos para minimizar las interrupciones de sus interlocutores y calmar sus posibles dudas con contundencia expositiva... Si no funciona la lluvia de datos, pasará a la riada de juramentos.

Así que los señores de la Real Academia deberían completar, como ya he demostrado, su definición de séneca... Y si no lo hacen, juro que me voy a cagar en...

viernes, 8 de enero de 2010

Burj Khalifa Dubai y la desmesura...

En el blog "Sueños de un ladrillo", a mi íntimo amigo (casi, casi mi alter ego) le ha dado por meditar sobre uno de los acontecimientos de la semana; la inauguración del edificio más alto del mundo. Lo comento aquí porque creo que merece la pena leer la entrada y reflexionar sobre estos "avances" humanos.

jueves, 7 de enero de 2010

Del pensamiento único...

En la danza infinita de la Tierra alrededor del Sol existe una curiosidad sobre la que a mí me encanta reflexionar. El día 22 de diciembre amanece exactamente en el mismo instante en Londres y en Río de Janeiro. El mismo Sol se eleva sobre el horizonte de manera simultánea en dos puntos que distan 9.254 km entre sí. Uno de ellos en el hemisferio norte y otro en el hemisferio sur. ¡Qué curioso!


El mismo amanecer y al unísono... Para unos señalará el inicio del día más corto del año; probablemente frío, gris, empañado por la lluvia y triste agorero del duro invierno. Para otros significará la alborada del día más largo; seguramente cálido, luminoso y alegre mensajero del verano.

El mismo acontecimiento, exactamente al mismo tiempo, será compartido por los millones de personas que pueblan ambas ciudades y... ¡Qué distintas serán sus sensaciones!

Cada día de mi vida soy testigo, junto con el resto de millones de seres humanos, del devenir de la Historia. Idénticos acontecimientos, en un único planeta, alrededor del mismo Sol... ¡Qué suerte que cada uno de nosotros los perciba de forma dispar y así podamos compartir la vida!

Por eso me aburren tanto los predicadores del "pensamiento único", los iluminados que desde el poder, la política, la economía, la educación, la prensa, pretenden decirnos qué tenemos que sentir y pensar ante el mundo. Por eso me alarman tanto los heraldos de la "seguridad global" que dicen defendernos de todo mal siempre que renunciemos a nuestra identidad personal. Por eso me aterrorizan tanto los gobernantes que, como "jinetes del Apocalipsis", siembran guerra, peste, hambre y muerte donde no se comparte su visión del mundo.

Al inicio del décimo año del siglo XXI, viviendo en el mismo planeta que sigue su danza infinita alrededor del Sol quiero gritar... ¡Iluminados, dejadme en paz! ¡Soy distinto y quiero seguir siendo distinto!

P.S. Imagen de la Tierra con su fina atmósfera, obtenida de la web de la NASA.

lunes, 4 de enero de 2010

Morbo...

Diccionario de la RAE (22.ª edición)
morbo.
(Del lat. morbus).
3. m. Atracción hacia acontecimientos desagradables.

Diccionario de El alegre "opinador" (1.ª edición):
morbo.
(Del esp. me encanta ver a otro jodido).
u. m. Razón por la cual este blog ha recibido el 44,55% de sus visitas totales en los últimos tres días.

El objeto de publicar la entrada del día 2 de enero y la foto que la acompañaba era reflexionar sobre la pareja, el amor, el matrimonio y los desastres que conllevan muchas veces las rupturas matrimoniales.

La verdad es que la avalancha de visitas sin comentarios y el que la foto corriese por Facebook y demás redes sociales en pocas horas, me han hecho comprender que, para una gran mayoría de quienes han compartido unos minutos leyendo esa entrada, no he conseguido suscitar una mínima reflexión. ¡Como lo siento!

A los que gracias a ella se han acercado al blog y piensen en quedarse... ¡Bienvenidos y muchas gracias!

sábado, 2 de enero de 2010

De matrimonios y desastres...

Cuando contemplé el cartel de la fotografía que adjunto (la hice en Bilbao el 29 de diciembre) me quedé con los ojos como platos.


¡Qué delgadísima es la línea que separa el matrimonio del desastre!

En la página web (repetuosa con la otra parte) sólo se refleja una versión de los hechos. Ahora bien, si es objetiva tan sólo en la décima parte de lo que contiene; este hombre está viviendo un calvario y tiene un problema descomunal. Si es objetiva en mayor proporción... Alguien le odia con toda el alma.

¿Por qué si un matrimonio van mal resulta tan fácil, para quienes supuestamente se han amado, traspasar esa delgada línea que lo separa de la venganza, el odio y el desastre? ¿Por qué el fin último de muchos divorcios es destrozar la vida del que la ha compartido contigo hasta entonces? ¿Por qué se emplea a inocentes, como son los hijos, como arma arrojadiza en estas trifulcas?

Dios nos libre de vivir estos desastres en propias carnes o por lo menos, llegado el caso, nos dé el sentido común para que la pérdida del amor no se convierta en la pérdida absoluta del respeto mutuo.

P.S. No oculto información en la fotografía. El cartel se exponía hacia la vía pública.